Marion Dönhoff nunca dejó de viajar. A caballo desde Prusia Oriental, de camino a Frankfurt, huyendo a los veinticuatro años del ejército soviético al final de la segunda guerra mundial. Una refugiada más en un mar de desplazados. En su coche, en Hamburgo, de lunes a viernes a la redacción de Die Zeit, periódico del que estuvo a la cabeza durante varias décadas. Desde esa tribuna se convirtió con su lápiz en una intérprete clave del desarrollo político de la República Federal de Alemania hasta la caída del Muro de Berlín. En avión, en 1951, en un vuelo transoceánico rumbo a Nueva York, para informar de ese novedoso medio de transporte. Escalas sucesivas, saltos en la geografía —Inglaterra, Irlanda, Terranova— para encontrar en todas partes las mismas terminales aeroportuarias, los mismos periódicos, un mismo mundo separado por el mar. Fue a la India, a África en pleno proceso de descolonización, a la hoy desaparecida Checoslovaquia y a Hungría, cuando viajar todavía era difícil.

De todo ello informó en los artículos que recogemos en esta primera edición de sus textos en castellano. En todos los viajes, del primero al último, que la lleva de vuelta a Königsberg con un busto de Kant en el asiento trasero de su 2 CV, Marion Dönhoff encontró a través de la escritura la forma honrada de ser una extraña en el paisaje.

Marion Dönhoff nació el 2 de diciembre de 1909 en Prusia Oriental. Creció en la comunidad de una gran finca rural, en la que tanto padres como hermanos desempeñaban las tareas y obligaciones de guardabosques, capitán de caballería, cochero, preceptor, niñera y cocinera.

El 27 de enero de 1945, el Ejército Rojo avanzó hacia Prusia Oriental, y Dönhoff huyó a lomos de su caballo en dirección oeste. Siete semanas más tarde llegó cabalgando a Westfalia. Ese mismo año escribió un memorándum sobre el trasfondo del fallido atentado contra Adolf Hitler acontecido solo doce meses antes (Marion había mantenido amistad desde la infancia con uno de sus autores). El texto, publicado de forma privada y con una tirada de trescientos ejemplares, es el primer testimonio escrito público sobre lo ocurrido. A partir de entonces, entrará a formar parte de la redacción de Die Zeit, donde empezará como redactora y acabará al cargo de la dirección, tras años de ser jefa de redacción.

Sus escritos, en el cruce de caminos entre las crónicas de viajes y los artículos políticos, abordan los temas que más le preocupan: los peligros del capitalismo desenfrenado, la creciente pérdida de valores éticos y la extendida frustración política.